LOA INSURGENTE Y REVOLUCIONARIA.
Por “Bohemio de La Borda”.
Salve glorioso Estado de Guerrero
cuna egregia de la inmortalidad,
con tu lema: “Mi Patria es lo Primero”
eres eterno sol de libertad.
Las montañas del sur son elocuencia
de heroísmo ejemplar precolombino,
Ixcateopan impone su presencia
y es Cuauhtémoc, fulgor de tu destino.
Si Don Miguel Hidalgo, allá en Dolores
clamara: “Libertad e Independencia”
fue en la costa y en sus alrededores
la respuesta viril de la insurgencia.
Al traspasar el Río de las Balsas
José María Morelos y Pavón,
lo recibió el valor de patrias razas
coronando de lauros su pendón.
Pueblos y rancherías se unifican
y es el templo de Técpan, guerra y misa,
los valientes Galeana pontifican
y el bravo Tata Gildo, el fuego atiza,
La llama libertaria resplandece
y el Puerto de Acapulco, capitula,
la victoria a Morelos favorece
y la gleba es razón que lo estimula.
Se ennoblece la nómina insurgente
con los hermanos Bravo y con Guerrero,
conquista a Chilpancingo, que es oriente
del Congreso de Anáhuac, plan cimero.
Se le ofrecen honores y prebendas
que merece como compensación,
sólo acepta de todas las ofrendas
ser humilde “Siervo de la Nación”.
El paso vencedor de la insurgencia
enlaza a Chichihualco y a Chilapa,
a Tixtla, en memorable contingencia
y en Cuautla es vencedor, lo mismo en Tlapa.
Con Taxco de Alarcón se une a la gloria
que el Pípila incendiara en Guanajuato,
Pedro Asencio Alquisiras, con euforia,
es triunfo independiente, fiel y exacto.
Las montañas del Sur son geografía
de estoicismo, valor y sacrificio,
Don Vicente Guerrero es faro y guía
y por la Patria, acepta el armisticio.
Iguala, un Veinticuatro de Febrero
anuncia el nuevo pacto trigarante,
marcha México en otro derrotero
bajo el manto triunfal de su estandarte.
A pesar de la farsa monarquista
el Tratado de Córdoba declara
abolida de España la conquista
y nace una Nación, justa y preclara.
Transcurre un centenario y nuevamente
la Patria sufre agraria convulsión…,
frente a la dictadura intolerante
Madero emprende otra revolución.
El norte es Pancho Villa y sus Dorados
y el sur es testamento de Zapata,
el fusil y el machete son aliados
en la lucha rural que se desata.
Y es Taxco de Alarcón en esta trama
escenario fortuito y obligado,
recobra los laureles de su fama
y apoya por instinto calculado.
Desde inicios del siglo, en Mochitlán
se promulgaba el “Plan del Aguacate,”
el Estado de Guerrero era afán
que en la lucha sirviera de acicate.
Mientras aparecía el Plan de San Luis
en Huitzuco la sangre Figueroa
respaldaba la gesta del País
y en Costa Chica: Añorve y Yuyo Mora
En Costa Grande están Manuel Villegas
Tomás Gómez, Valente de la Cruz,
en la Tierra Caliente y sus refriegas
José Inocente Lugo, es otra luz.
Heliodoro Castillo, Julián Blanco,
Don Laureano Astudillo y Almazán
así como otros tantos en el flanco
que la historia les da el nombre de “Juan”
Loor a las rurales heroínas
a Doña Eucaria Preza, Amelia Robles,
a bravas solderas campesinas
por sus patrios servicios, siempre nobles.
Mi verso queda en deuda porque falta
espacio para hablar del heroísmo
de mi suriano Estado, más resalta
el afán de exaltar su patriotismo.
Confío que se diga en el mañana
con elogio a mi tierra y que se piense,
que está escrita la historia mexicana
con la tinta de sangre guerrerense.
E N V Í O:
Van a pasar los años irremediablemente
pero nunca jamás el arte y la cultura,
mientras el hombre impulse la iniciativa pura
de preservar el culto con un amor consciente.
En la Ciudad de Taxco palpita afán creciente
por conservar su estirpe, más diáfana y más pura,
desde el bardo Alarcón, de universal figura,
con José de la Borda y heraldos de su gente.
Su Feria de la Plata de estampa diamantina
que es fina aristocracia de fama decembrina
obsequia al universo su espíritu platero.
Mientras sus tradiciones y el templo Santa Prisca
palpiten en el tiempo y en su montaña arisca,
será joyel de plata la historia de Guerrero.
Manuel S. Leyva Martínez.
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