Gracias por su invitación al Café Literario.
Les envío algunos de mis poemas por si pudieran ser leídos.
Mil gracias.
Atentamente,
Cristino Alberto Gómez
http://cristinogomez.blogspot.com
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Átomos de amor
del Río Manatí.
Sus aguas frías y tus manos son iguales
alrededor de mí.
Tu piel se eriza en medio del río.
Te buscan mis besos.
Tu cuerpo se confunde con el mío.
Me cubre tu pelo.
Somos átomos de amor enloquecidos.
Un silencio total
se rompe con el sol de los latidos
y tu grito virginal.
Me embriaga el vino de tu pecho.
Me sumerjo en ti,
y un cálido cielo se hace nuestro
en el Río Manatí.
Cristino Alberto Gómez
Cantaré contigo
A Noris Roberts
Llegarás del cielo,
paloma de paz,
trayendo un poema
y cantando al vuelo
tantos versos más.
Cantaré contigo
y América Linda,
colmada de sueños
como el sol que nace
después del rocío.
Mi canto es tan solo
que sólo es un llanto;
al hallar el tuyo
será nuestro canto.
Cantaré contigo,
paloma bendita.
Sentiré el poema
que quema tu alma
como fuego al nido
que ayer construiste,
antes que los valles
se hicieran de trigo.
Lloraremos juntos
contemplando el río
do sueltan sus lágrimas
tu hermano y el mío.
Llegará la noche,
paloma, y el frío
llenará de abrazos
mi helado bohío.
Mi pecho tu almohada,
tus alas mi abrigo,
soñaremos juntos
que somos amigos.
Cristino Alberto Gómez
En la playa
Despierta la amada
con el salado beso
de las olas bravas.
“Es brisa de agua”,
comenta.
Se yergue
y se pierde
entre mis brazos.
Un libro cae
sobre la arena blanca.
Al fin descansan,
descubiertas, sus hojas
ya recorridas
por ávidos ojos,
como la Duarte
un día cualquiera.
Aún vive la tarde.
Se abre paso
entre las nubes
el sol de las cuatro.
Caminan arañas
a través de mi espalda,
uñas, navajas,
rastrillos, dragas;
estrellas en mis párpados;
higüeros en mi cara.
Diminutos riachuelos
desaguan en la playa.
Agua salada y tibia;
fervor que desalma.
Se adormecen las olas;
calor hace en la playa.
Oyendo el eco
de su propio grito,
sobre mi pecho
se duerme la amada.
Cristino Alberto Gómez
Es mi poema un canto
de las palabras llanas.
Es mi canción un himno
helado entre las llamas.
Mi verso es solitario,
abandonado y triste.
Es un viejo canario
hambriento, sin alpiste.
Sobre la blanca arena
frente a la Mar Caribe,
una muchacha sueña
y un poeta le escribe.
Llora en la calle un niño,
descalzo, hambriento y frío;
una vez más, dormido
sorprende al pueblo el río.
Es mi poema el canto
que suena al mediodía
del ruiseñor rezando
"Dios te salve María".
Cristino Alberto Gómez Luciano
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