sábado, 16 de agosto de 2008

RAQUEL PIÑEIRO MOGIELLO, ACTIVIDADES CAFE LITERARIO LUZ Y LUNA, MES DE JULIO

RUMBOS MADUROS


Celebrar en las veredas
la memoria de los pasos,
es poder divisar
el aliento largo,
hacia rumbos maduros.
Es pretender
estar en el mundo
y atravesar,
caminos de hormigas
con rastros
marcando, grafologías
de pie dolorido,
regresando siempre
al común destino
de existir.



SACERDOTISAS

Hay en la piel un sube-baja
de pulsos vitales
y sacerdotisas escribiendo,
sus nanas en velos aturdidos.
Hay vuelos juntados
en paciencias cotidianas,
y un oxígeno repetido en los espejos.
Hay quienes nos miran
desde todas
las antiguas ansiedades
y una esperanza
saltando a la cuerda
para no perder los latidos.


ECUACIONES


Profané ecuaciones
para deshacerme de engranajes;
grité para ser oída
y mastiqué mil veces
a la hembra que llevo.
Emergiendo de lo intendible,
pregunté a los debe y haber
de todos mis nombres,
nadie contestó,
afuera creídas igualdades
deliraban en los diarios,
comprendí demasiado pronto,

todo no es lo que parece.

LA NOBLE FUNCIÓN

Empieza la mañana y los gatitos se escuchan. Elena sonríe cuando los oye. Últimamente vive muy distendida y no le molestan las quejas de los vecinos, son tan poco comprensivos con sus gatitos. Y pensar que el hombre de al lado le regaló la primer gatita. Era pequeñita y se le notaban todos los huesos.
Ella la cuidó hasta que creció; eso sí, de noche se iba la muy sinvergüenza y como es lógico, nacieron muchos, pero muchos gatitos y uno más lindo que otro. Elena se enternecía tanto que dejaron de preocuparla las novelas de la televisión. Pero, todo tiene un límite en esta vida y lo comprendió cuando vio a su vecino con una escopeta en la mano, mirando con mucho odio a sus mininos.
Por supuesto, suavizó el problema, le pidió disculpas y dijo que solucionaría la cuestión. El vecino estaba enojadísimo, le habló de llantos insoportables a la noche, de plantas secas y que sé yo de cuantas cosas más. El tenía razón. Pobre, cuántas molestias le había causado.
Pensó mucho, pero mucho y de veras. Se le ocurrieron varias ideas; primero contó los gatitos, eran casi veinte. Caramba, eran bastantes. Decidió organizarse y comenzó por hacer un fichero. Luego los separó por tamaño y les puso un moño de color a cada grupo. Y le fueron surgiendo otras ideas. Después pensó que festejarle un cumpleaños por semana, con torta y velitas sería genial; claro, ella apagaría las velitas. El problema era a la noche, pero no se amilanó, pondría por la tarde un poco de algún tranquilizante en el agua, poco por supuesto, tampoco era la cuestión dejara de tener otros gatitos nuevos y a ella le hacían falta. Los amaba.
Los mininos crecían y engordaban, parecían cerditos, pero a ella le gustaban así. Hoy está contenta, es su aniversario de bodas. Su esposo es un santo, tanto que la deja hacer lo que quiera y no le molesta ver los gatitos, pero el también tiene lo suyo y Elena lo respeta a rajatabla. El es un cable en tensión con el que se debe tener cuidado. Les digo esto porque cuando llega a su casa, como ahora, busca las pantuflas, su bata gastada, le da el primer beso y se sienta a ver televisión; después lo apaga, hojea el diario y nada de conversaciones. Parece un hombre muy cansado. Ella lo mira de una manera, hasta creo se hizo la fantasía de una historia de amor distinta, una rosa roja, un beso prolongado, pasa que esa noche El Clon la marca, la llena de un romanticismo que fuera de esa novela no existe, ¿no existe?. También pensó en un gracias por las buenas y sabrosas comidas preparadas cotidianamente y un prolongado beso, sería el segundo. No obstante tales pensamientos, vuelve a la realidad y con buen ánimo prefiere hacer una sopa provenzal, que hacía su abuela. Su esposo se va a poner muy contento, entonces lo verá saborear el plato y sonreír. Primer medida buscar la receta que lleva: dos litros de agua, cebolla rehogada, un poco de apio, zanahorias en cubos, si dos, nada más, un…un cuarto de chauchas, arvejas frescas, zapallo, acelga cortadita, ah…un puerro y ya está. Y cuando todo se haya cocinado, un puñado de fideos caracolitos. Bueno, bueno, faltan dos detalles, primero cuando se la sirva, agregar un puñado de perejil bien picadito y por supuesto una salsa para acompañar, que lleva: ajos, queso rallado, albahaca fresca, tomates y aceite de oliva. Tiene el pulso acelerado. Pero con la sopa sola no alcanza y decide preparar un buen trozo de carne al horno con papas. Sus manos trajinan, rápidamente toma un cuchillo afilado con anterioridad y corta la carne, pero un poco de sangre le salpica el piso. Pasa que esa carne todavía no había estado en la heladera. Limpia la sangre del piso y tira el trapo a la basura. Después la condimenta y lo hace como una profesional. Ahora recuerda también que no debe olvidarse de un viejo secreto, no excederse con la sal. Inconscientemente se da vuelta, su marido sigue leyendo el diario. Eso, hace se concentre más en su trabajo. Termina y como la comida está organizada, va por fin al baño, hace pis, se lava las manos, se peina y pinta sus labios. Lo mira, espera el tercer beso, él sigue leyendo. Ahora sí, a poner la mesa. El siente el aroma exquisito de la cocina y pregunta si falta mucho, ella piensa que a veces es un invitado a comer, pero bueno, después de todo así es la vida. Resignada busca el mantel planchado esta mañana, la vajilla de porcelana, sus tenedores lustraditos, las copas semicristal y un buen borgoña, ah…las servilletas, el pan, la soda.
La verdad, merecería un beso, yo no puedo dárselo. La sopa, apagado el fuego, espera; la carne al horno está lista. Su esposo se sienta a la mesa, pone una servilleta en su cuello y pregunta qué festejan. Ella no contesta. El olor es tan apetecible, que hasta inspira dos elogios en su cónyuge, primero la sopa y luego la carne, en su último bocado
Me olvidaba, le preguntó a su esposa qué carne era, porque realmente estaba exquisita y quería que en otra oportunidad volviera a prepararla.
- Liebre, querido, liebre. Y sonríe feliz.
Yo, no hubiera estado en esa cena.
Elena trae entonces la torta que había hecho, decorada con un minino. El mira la torta, la mira a ella, come un trozo y piensa con su comprensión que su mujer está un poco loca, pero cómo cocina. A propósito y se le ocurre algo que quería festejar con ella hoy. Se levanta de la mesa, le da el cuarto beso, toma el resto del borgoña y se va a la cama. Elena, transita lugares comunes, busca su tejido, dos puntos derechos, dos puntos revés.
Los gatitos, agradecidos.




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