LAVARROPAS
Mirando la ropa blanca
bajar de la soga tensa,
un orgullo inunda el alma
olvidando la rutina de la infinita tarea
y se ensancha el corazón ante tamaña riqueza
de blanquísimos calzones y de níveas camisetas.
La receta es muy sencilla, si es que uno quiere aprenderla.
Con un cepillo de nylon y jabón con detergente,
con la paciencia de un santo y un refregar suavemente,
van borrándose las manchas y la tierra desaparece
de la ropa sumergida en el agua bien caliente.
Así va pasando todo, las bombachas malolientes,
los cuellos de las camisas, los puños correspondientes.
Los eternos guardapolvos, cantidad de camisetas,
los pañuelos con sus mocos, toallones, repasadores,
delantales, servilletas,
bajo las activas manos que cepillan y refriegan
Y allá va, ya casi limpia, blanca como gaviota,
A dar las ultimas vueltas, camino del lavarropas.
Pero hete aquí una duda que me indigna y me aprisiona,
me carcome, me entristece, me preocupa y me transtorna,
me tortura, me enloquece, que me aterra y me sofoca.
Y es: retorcerme el marote con esta idea loca……
Si lavo la ropa tanto
me dirán para que mierda me he comprado el lavarropas??????
TIERRA MÍA, ESPOSA MÍA
Conozco ya tu geografía
y aburrido estoy de tus paisajes
tierra mía, esposa mía,
no puedo solazarme en tus parajes.
La breve curva de tu serranía,
o la honda tersura de tus valles,
tierra mía, esposa mía,
no alcanzan ya para saciarme.
He labrado en ti mi fantasía,
han surgido de ti dos flores suaves,
tierra mía, esposa mía,
no me bastan sus aromas para amarte.
Y me ahoga tu verde lozanía
y tus ocres praderas ondulantes,
tierra mía, esposa mía,
que no puedo quererte como antes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario