sábado, 16 de agosto de 2008

Cristino Alberto Gómez, Poeta dominicano. Actividades en el café literario LUZ Y LUNA , mes de julio

Cristino Alberto Gómez


Soledad

Acudo a ti, soledad,
en las noches vacías,
en las horas sin tiempo
recurro a ti.

Cuando vuelan los versos
y se dispersan
entre dendritas y axones,
materia gris, materia blanca,
materia verde, materia seca,
materia orgánica y descompuesta.

Acudo a ti cuando esperan
mis páginas blancas
una palabra, un milagro,
siquiera un punto.

Cuando anhelan mis ojos
entre sus líneas
hallar un recuerdo,
una lágrima, un beso.

Solitaria y sombría
tras de la puerta,
en un rincón de mi cuarto,
de pie junto a la ventana,
callada y tímida,
al fin te encuentro.


Cantaré contigo

Llegarás del cielo,
paloma de paz,
trayendo un poema
y cantando al vuelo
tantos versos más.

Cantaré contigo
y América Linda,
colmada de sueños
como el sol que nace
después del rocío.

Mi canto es tan solo
que sólo es un llanto;
al hallar el tuyo
será nuestro canto.

Cantaré contigo,
paloma bendita.
Sentiré el poema
que quema tu alma
como fuego al nido
que ayer construiste,
antes que los valles
se hicieran de trigo.

Lloraremos juntos
contemplando el río
do sueltan sus lágrimas
tu hermano y el mío.

Llegará la noche,
paloma, y el frío
llenará de abrazos
mi helado bohío.

Mi pecho tu almohada,
tus alas mi abrigo,
soñaremos juntos
que somos amigos.


Mi regreso
No llores más por mí. Mañana vuelvo
con la aurora, cuando el sol despierte,
y sentirás junto a tu piel el nuevo
hermoso amanecer que he de ofrecerte.

Descubriremos juntos cada nota
que interpreta el río cuando pende
de la montaña azul de donde brota
fresca y dulce el agua que desciende.

No llores ya por mí. Es mi regreso
más seguro que la propia muerte.
Atóme a tu recuerdo cada beso;
si vivo es por la gracia de quererte.


Átomos de amor
Tu pelo imita las ondas fluviales
del Río Manatí.
Sus aguas frías y tus manos son iguales
alrededor de mí.

Tu piel se eriza en medio del río.
Te buscan mis besos.
Tu cuerpo se confunde con el mío.
Me cubre tu pelo.

Somos átomos de amor enloquecidos.
Un silencio total
se rompe con el sol de los latidos
y tu grito virginal.

Me embriaga el vino de tu pecho.
Me sumerjo en ti,
y un cálido cielo se hace nuestro
en el Río Manatí.


Ha vuelto el agua
Los niños juegan entre las aguas.
Las hojas viejas caen,
la calle al fin se baña.
Se vino el cielo abajo.
¡Oh, bendita agua!

No ombe, ¿Qué bendita?
¿Si ha tiempo no venías,
por qué malvadamente
hoy llegas enojada?

Ellos la adoran,
no miran su color,
eso no importa.
Ha llegado el agua,
está cayendo.
Hoy tienen en la calle
lo que en la casa falta.

“¡Entren!”, escuchan.
Mas no responden,
siguen jugando.
Ya casi lava el polvo
para ser limpia el agua.

El caño a una esquina
del techo, la reúne,
alimentando un tanque
sobrado de vacío,
carente de esperanza.

Lloran las madres,
y afuera de la casa
los niños ríen,
regodeados, cantan
hundidas sus rodillas.
Se zambullen las guaguas.

Ríen también las ratas,
los Aedes, las arañas
que habitan en los tubos
que antaño se inundaron
pero hoy ya no se bañan.

¿Cuándo regresa el agua?
El pueblo está maldito.
Si no es calor es frío,
si no es sequía riada,
agudos torbellinos
cuando el calor no mata.

Pero en el frente hay agua.
¡Saber de donde viene!
Los niños nadan.

Mas, ¿cuándo vuelve aquella,
la que la sed apaga,
la que la madre espera,
la que por meses paga,
la que en el campo sobra,
la que en el barrio falta?.

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