Una estrella vino a despertarme,
la noche estaba en mi pieza
reluciente y conmovida por la ausencia,
oraban por mí, sólo los fantasmas del amor.
Amada mía, con qué tardanza
encontraste los senderos del regreso;
ávida mi boca con pasión te besa,
en la oscuridad como abrigo.
Golosa de amor toma posesión
de ti, se enciende cual luminaria;
etéreo en el aire murmura tu silencio,
ámame, te necesito en mi soledad.
No digas nada, amor,
para entender me basta tu cuerpo
que desea mi ser y mis tristezas,
como quien espera indulgencia.
El ansia crece juntamente con la luna
los viejos placeres ya están en su lugar;
la culpa no fue tuya, no fue mía,
nos quemó el fuego de un desencuentro.
LELIO GURRUCHAGA
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