sábado, 25 de junio de 2011

CICLO: CHICOS QUE CUENTAN CUENTOS A LOS CHICOS; GIULIANA FRATTONI, 11 AÑOS, FUNES, SANTA FE , ARGENTINA.

INVASIÓN EXTRATERRESTRE

Invierno. La ciudad permanecía fría y nevada. El olor a misterio se sentía en el aire. Megan y Thomas, dos hermanos muy aventureros, estaban solos en su habitación, esperando a que sus padres, Arnold y Mary, llegaran del supermercado. Megan, estaba leyendo un libro sentada en su cama, y Thomas, estaba jugando con sus figuras de acción. Megan, era una niña muy soñadora, dulce y alegre. Le gustaba cantar, leer, y escribir. Thomas, era un niño muy divertido y simpático. Lo que más le gustaba hacer, era mirar series y películas de ciencia ficción.

Vivían en una ciudad pequeña, que estaba rodeada por un bosque muy grande, y extenso. Más allá del bosque había unas gigantescas montañas nevadas, en donde si uno se concentraba, podía escuchar y sentir el susurro de la esperanza que tenía aquella tierra. Sin embargo, en esa ciudad no había muchas actividades para hacer.

De pronto, comenzó a llover. Las gotas de lluvia, golpeteaban en el techo de madera de la habitación. Luego, Thomas se acercó al vidrio empapado y mojado y le preguntó a Megan:

-Meg.

-¿Qué pasa Tom?- le contestó.

-¿No sientes que estás cansada de vivir siempre la misma historia?- le dijo con tristeza.

-Bueno, algunas veces siento que allá afuera, hay muchas aventuras esperándonos para vivirlas y disfrutarlas- le contestó afligida.

-Si, porque vivimos aquí, donde nada nunca pasa- le dijo Tom.

-Pero no pierdas las esperanzas. Porque tal vez algún día, suceda algo inesperado y el sol brille para nosotros- lo animó Megan.

Más tarde, llegaron sus padres.

-¡A cenar!- gritó Mary, su madre.

* * *

Más tarde, en la habitación, Megan Y Tom se fueron a dormir.

Parecía la noche perfecta. Las estrellas iluminaban el cielo, y la tormenta parecía no volver. Pero, de repente, Megan sintió un fuerte estallido, que provenía del exterior de la casa.

-Tom- lo llamó Megan.

-¿Qué pasa?- le preguntó Tom adormilado.

-¿Escuchaste eso?- le dijo Megan.

-Debió ser el viento- le contestó.

-No. Estoy segura de que el viento no provoca un ruido tan fuerte. Debemos averiguar que es- dijo Megan con aire de detective.

-Está bien. Pero mamá y papá no deben enterarse. Vayamos en puntas de pie- le dijo Tom.

Y, en ese momento, los dos hermanos salieron de la habitación, y bajaron cuidadosamente por la escalera, sin hacer el más mínimo ruido.

Como todo estaba a oscuras y la puerta de entrada estaba cerrada, salieron por la puerta trasera del patio. Luego, se sintió el mismo estallido.

-¡Vino de las montañas!- exclamó Megan.

-Entonces, ¡vamos!- dijo Tom.

Luego, caminaron y caminaron hasta que llegaron a las montañas. Como no tenían nada para escalar, lo hicieron a pie. Siguieron un sendero de piedras, hasta llegar a la cima.

Una vez allí, Megan y Tom se sorprendieron con lo que encontraron: unas rocas gigantes muy extrañas, verdes y brillantes, que caían del cielo oscuro de la noche.

-Seguro que esto es lo que provocó los estallidos- dijo Megan sorprendida.

-Si. Pero creo que no consideras lo importante: ¿cómo y por qué están cayendo estas rocas?- le contestó Tom, que no podía creer que hayan descubierto tal situación.

Y, en ese preciso momento, los dos hermanos casi se desmayan al ver lo que estaba sucediendo: ¡una gigantesca nave espacial, estaba aterrizando justo encima de ellos!

-¡Megan, hay que ocultarnos!- gritó Tom.

Entonces, ambos se ocultaron detrás de unos arbustos.

La nave espacial, tenía un fabuloso aspecto: era de color plateado, con detalles violetas en las escotillas y en las ventanas.

De la nave, descendieron dos seres muy extraños: extraterrestres.

-Tom, tengo miedo- dijo Megan, aterrorizada.

-No te asustes, tal vez sean amigables- le contestó Tom, más asustado de lo que parecía.

Eran una pareja de extraterrestres muy extraños: eran verdes, con lunares naranjas, y tenían unos ojos púrpuras muy brillantes. El extraterrestre, estaba vestido con un traje espacial color azul marino, que tenía un aparato que parecía ser un traductor terrícola, y también, tenía unos zapatos rojos, que lo hacían flotar. Y la extraterrestre, tenía unas antenas rosas muy llamativas. También su cabello era muy singular: estaba hecho con pedazos de luna, que brillaban en la oscuridad.

En fin. Después de esto, Megan le dijo a Tom:

-Tom, tú eres el que mira series y películas de ciencia ficción. ¿Qué se supone que tenemos que hacer?

-Primero que nada hay que asegurarnos de que no tengan nada con lo que puedan atacarnos. Y, luego, tenemos que comunicarnos con ellos- le contestó Tom, como todo un experto.

Después de cerciorarse de éstas condiciones, Megan y Tom, se animaron a hablar con estos seres:

-Saludos- dijeron a coro.

-Sa-a-lu-dos- dijo el extraterrestre.

-¿Qui-énes son?- preguntó la extraterrestre.

-Somos Megan y Thomas. ¿Necesitan ayuda con ese aparato?- preguntó Tom.

-Si-i ¿podrías agitar mi antena un poco?- preguntó la extraterrestre.

-Si, claro-le contestó Megan, quien no empezaba a sentir tanto miedo.

Una vez que cumplió el pedido de la extraterrestre, pudieron comunicarse mejor:

-Saludos, Megan y Thomas. Somos Pacleno y Martelana.

-¿Qué están haciendo aquí?- preguntó Megan.

-Estamos recogiendo estas rocas, que por accidente cayeron aquí por error-contestó Pacleno.

-¿Para qué son estas rocas?- preguntó Tom.

-Lo siento. No podemos decirles. Esa información es confidencial- contestaron a coro.

-¿En serio? Guau, suena muy interesante-dijo Tom.

-Si. Es una lástima-dijo Megan afligida.

-Lo sentimos. Dentro de unos días, podrán comprender para qué son- respondieron nuevamente a coro.

Luego de que dijeron esto, Pacleno y Martelana subieron a la nave, y partieron rumbo al espacio, en donde se perdieron en un destello gigante de luz.

-¡Fue asombroso!- gritó Tom.

-Si es cierto. Pero me pareció extraño que no nos dijeran lo de las rocas. ¿Crees que sea algo de lo que tengamos que preocuparnos?-dijo Megan.

-Bueno, no puedo asegurarte nada. Pero lo mejor ahora, es no pensar en negativo- le contestó Tom, quien también sentía algo de preocupación, pero trató de disimularlo.

Luego de esto, ambos hermanos emprendieron el regreso a casa.

* * *

Los siguientes días, Megan y Thomas, no podían dejar de pensar en la escena que habían presenciado en las montañas, con Pacleno y Martelana. Sin embargo, sabían que tal vez nunca más podrían volver a tener una aventura como aquella. Pero, no sabían que sus vidas estaban a punto de cambiar.

Tres días después, Megan y Thomas estaban caminando hacia la escuela. En el cielo se veían algunas nubes grises, que parecían traer una nueva tormenta. De repente, Megan notó que el cielo comenzaba a crujir.

-Tom ¡mira eso!-le dijo señalando al cielo.

En ese momento, las nubes empezaban a separarse y unas formas muy extrañas, salían de las mismas. ¡Eran naves espaciales!

Ahora, comenzaban a comprender: ¡estaban siendo invadidos por extraterrestres!

En ese preciso instante, las personas comenzaban a salir de sus casas, para ver lo que sucedía. Todos estaban atemorizados, y empezaban a correr a sus autos y a refugiarse. Las naves espaciales lanzaban rayos paralizadores, rayos que hacían explotar personas con el más mínimo toque, y sobre todo, lanzaban las rocas violetas que habían visto Megan y Thomas en las montañas. En eso, Megan y Tom vieron llegar a la nave de Pacleno y Martelana. Entonces, Tom gritó:

-¡Pacleno, Martelana! ¡Paren la invasión! ¿Por qué hacen esto?

-Lo sentimos. No podemos detener la invasión. Debemos conseguir lo que queremos- dijeron Pacleno y Martelana, quienes se sentían algo culpables por lastimar a sus nuevos amigos.

Luego, la nave aterrizó, y Megan y Tom les preguntaron:

-Ahora si pueden decirnos ¿para qué son las rocas violetas?

-Son para hipnotizar a los humanos- dijeron a coro.

-¿¿Qué??- exclamaron Megan y Tom, cuando escucharon semejante respuesta.

-¿Por qué quieren hipnotizarnos?- preguntó Megan horrorizada.

-Lo que sucede, es que en nuestro planeta, leímos en la biblioteca marciana que los humanos son traicioneros y no son amables. Por eso, para conseguir lo que queremos, pensamos que debíamos hipnotizarlos-contestó Martelana.

-¿Qué? No, los humanos tenemos muchas cualidades que ofrecer como la amistad, la solidaridad y el respeto- dijo Megan.

-Espera ¿dijiste para conseguir lo que queremos? ¿Qué es lo que están buscando?-preguntó Tom.

-¡Música!- cantaron a coro Pacleno y Martelana.

-¿Música? ¿Para qué quieren música?- dijo Tom.

-Lo que sucede, es que en nuestro planeta va a festejarse el 1674º aniversario de la independencia marciana, y como el tema tenía que ser relacionado con los terrícolas, investigamos a fondo, y como lo que más les gusta a los humanos es la música, por eso planeamos la invasión-contestó Martelana.

-¿En serio? ¡Lo hubieran pedido! Les hubiéramos dado música sin necesidad de realizar la invasión-dijo Megan, sorprendida por la explicación de Martelana.

-Esperen creo que tengo mi reproductor de música en el bolsillo de mi chaqueta. ¡Tómenlo!-dijo Tom, feliz de ayudar a sus nuevos amigos.

-¡Muchas gracias!- respondieron a coro los dos nuevamente.

Luego de esto, Pacleno y Martelana les dijeron a las demás naves, que pararan la invasión.

Después de unos días, invitaron a Megan y a Thomas al aniversario de la independencia marciana. Se divirtieron mucho, pasaron un buen momento, y me contaron esta historia a mí, como yo se las conté a ustedes.



Giuliana Frattoni, 11 años

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