EL VUELO DE ÁGUILA
El sonido del viento despierta raíces
y el hechizo de un nombre indio
enciende antorchas en los trigales,
alumbran las espigas de una época
mezcla de tierra virgen, cielo, agua…
Iris de plata
baja serpenteando del cerro,
embrujo de luna, piel, misterio de mujer
que aún sigue rondando los fogones
del paisaje arisco,
Resucita sobre el grial de los luceros,
crece en la geografía de los pueblos, y en sus lenguas,
como racimo maduro en primavera
de siembra y cosecha.
Y se extiende por el verdor espejado
de sus aguadas
antiguo refugio en el invierno, de una estirpe altiva.
Y símbolo tehuelche
en sus dominios.
¡Grávida en sueños!
la tierra siente latidos…
del Rey, señor de la meseta,
bebe la noche, danza con fuegos del alma
¡y escucha al corazón!
se dilata por la huella…
en encorvados silencios,
meridianos clarísimos
se deshojan entre horizontes y memoria.
De ese vuelo viene la herencia, chispa cultural.
la perciben los matices
acariciando las etnias del Bicentenario.
Más allá, el despliegue del águila cincela señales
en tiempos de retos
y roza las voces frescas de la América india
las manos se unen en un solo himno
libertad, esperanza…
la sangre bulle…
y en el vientre, la vida.
Alicia Cabrall Colman
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