sábado, 27 de marzo de 2010

DEOLINDA BELTZER, FUNES, ARGENTINA

MOMENTOS

Despierto acunada en un amanecer transparente
de pétalos calidos aterciopelados
y observo el paisaje apaisado
como cada día de mis días,
como en cada despertar
en un colchón amoldado
a mi cuerpo anonadado
de acuerdo a cada estación
envuelta de una brisa suave
acariciando mi piel sensibilizada
por el tiempo, por la temperatura
de cada amanecer, me visita como cada día
de esos transparentes días,
el silencio, un momento, un pasaje de la vida.
Y en cada abrir y cerrar de mis parpados
y en el transcurso de ese tiempo
descubro en el reflejo de mis ojos diferentes paisajes,
diferentes y asombrosos horizontes
teñidos de cielos transparentes
en la evolución del día
adornados por tiritantes estrellas
y nubes espumosas
que dejan ver más allá,
más allá de lo oculto del universo,
del espacio hermano
y en ese intervalo de un abrir y de un cerrar
de las persianas de mi alma
puedo divisar el tiempo, puedo ver su pasaje
como una carrera e intercambios de postas,
uniendo diferentes estados,
uniendo momentos,
uniendo las estaciones en el año de cada año:
el otoño, el invierno, la primavera, el verano.
¡Que cambios, que sensaciones
acarician la suave piel!
Mutaciones del tiempo, de la tierra
que provocan cambios en cada semblante.
El otoño, paisaje dorado,
donde la desnudez descubre el alma
del panorama marcado por la estación del tiempo
pero a su vez las hojas
como lámina de papel madera
acolchonan el suelo desolado
abrigando cada ser desamparado
preparando el cambio del clima
tomando la posta el frío invierno
que ingresa junto a la cortina blanca
que viste el paisaje de espumosa nieve
bañando con su llanto y alimentado
cada canal que culminan en un mar profundo
habitado de hermosas criaturas coloridas.
¡Que parecer tienen ambas estaciones!
¡El otoño y el invierno,
Desnudez de paisajes dorados!
Aun así el calor fluye en cada ser
por ellos contagiados,
el suspiro agita el alma acurrucada
expirando desde su interior
mientras la sangre fluye con fervor
un aliento calido
hacia el ambiente helado
contagiando el aire
dejando ver un semblante reluciente,
esperando la ansiada primavera,
dándole la bienvenida
al renacimiento de la vida,
al revoloteo de los pájaros,
al pintor de la naturaleza,
a los brotes naciendo teñidos de una clorofila
alimentada y cubierta por las hojas doradas,
el agua transparente recorre cada brazo,
cada canal del río hacia el mar,
la nieve se convierte en dulces gotas de miel,
el paisaje se viste de flores,
el horizonte esta cubierto de pompones verdes,
casi no se distingue,
el tumulto de las plantas, de los árboles,
de los animales, de los inventos del hombre,
todos ellos cubren la intersección
del cielo con el suelo.
Y en esa unión mis ojos observan
la transparencia del universo
viendo como el sol alimenta
junto a la condensación de las nubes
a la clorofila que recorre cada tallo vivo,
al rocío que viste en cada amanecer cada hoja,
cada flor haciéndolas deslumbrantes,
preparándolas para el fruto sellado
en un verano típico y amado.
Los colores, los calores y los sabores
de cada estación, de cada mutación del universo
dan alimento y energía
al cuerpo creado y anhelado para continuar,
con la meta a alcanzar,
con la misión que se nos dio
en esta vida para vivir en felicidad
para seguir un año más conquistándola,
para encontrar una estación nueva que abordar,
una parada, una carrera, una posta que trasladar.
la estación, la vida, un principio, un final,
un tiempo viajando en un abrir y un cerrar de ojos.
Y así transcurre la vida, la monotonía,
un momento sellado, un paisaje pintado,
una estación, un nuevo amanecer,
un nuevo crepúsculo,
el sol brilla, la arena en el mar se desliza,
la luna refleja su figura en la noche oscura
y las estrellas tiritan en armonía.
Una estación, la vida compra su pasaje
y sigue viajando
sin saber cual será su destino final
solo en busca de la felicidad.
Un silencio, un ruido,
una tristeza, una alegría,
son pasajes del corazón
mientras sus latidos vibran en un cuerpo sólido,
una libertad, un vuelo de felicidad
por un mundo, por un universo misterioso
y simple para el alma
que lo ve, observa y crea en un momento dado.
¡Que inmensa es la creación,
que extraño y misterioso es este viaje
tan hermoso y atrapante!
Viendo lo visible con ternura y asombro;
el poder de sentirlo, de palparlo es placer del cuerpo,
es alimento del alma,
es libertad para su andar,
es viajar junto a la luz
y pasar de un punto a otro,
de un extremo a otro,
de un tiempo a otro,
es la expresión de la creación,
es un despertar, es un abrir de tus parpados,
es la luz que penetra a través de tus pupilas
y alimenta tu vida,
es un cerrar de tus persianas, es un dormir profundo,
es un momento en este mundo,
es la vida de cada ser,
es el amor, la libertad del cuerpo y el alma,
es el viaje de cada uno,
es melancolía y es triste saber que hoy vas a despertar
y vas a estar en este momento,
en este paisaje creado
y mañana dormirás y tu pasaje
en ese momento, en ese paisaje creado
ya ha culminado, solo quedaran recuerdos
que con el tiempo se irán marchando a otro plano
como la flor que deja confundir sus pétalos aterciopelados
en un colchón de hojas doradas,
solo quedaran enseñanzas que alimentaran la mente
para continuar soñando.
Así es la imaginación de la creación que se desvanece
en un momento dado
como el cuerpo con la vida de cada ser
en un infinito libre y buscado,
quizás en un paraíso anhelado,
continuando el espíritu descifrando
en cada momento la misión de esta vida,
de este pasaje por este mundo soñado.

No hay comentarios: