martes, 2 de marzo de 2010

ALEJANDRO DREWES, BUENOS AIRES

ARPAS EOLIAS

Pero entonces te llevaba
el viento de los grandes viajes
el amargo, el puro viento
te llevaba. Y se volvía tu pulso
a medir con el polvo.

El hilo rutilante del deseo
en la ruta de Cypria buscabas
el fulgor más esquivo
en sandalias de Lidia
el albor de una cabra
evaporado en su honor

en el rojo altar
de tu templo.
De las amadas
helado sin embargo
a poco sentiste
tornarse el aliento
Como de ninguna
fueron tuyas la grave
seducción de Afrodita
y la sombra curva de la luna:
ya por ningún otro invierno
esperabas. La eterna flauta soplaba
ese viento en tu pelo
entre las Pléyades
huyendo a los yermos siderales.

Pero tú sabías del tiempo
divina Musa, el círculo
cerrando de sus moradas vastas
Me pregunto apenas
qué dolor o qué barca
cruzaría tus ojos entonces
con qué mullida tersura
de cielo soñaría
tu sola mitad sin Hermíone.

Era muy tarde en el mundo
y algo ya presentías: fueron
las fieras quizás que no conociste
disputados restos del banquete
rotos miembros de la última noche.

Alejandro Drewes

1 comentario:

Jens dijo...

Gracias, William , querido amigo, por elegir este poema para el espacio de tu blog.

Un gran abrazo

Alejandro Drewes