miércoles, 28 de octubre de 2009

CAFÉ LITERARIO LUZ Y LUNA, 26 DE SEPTIEMBRE, LUCIANA ARGENTINO, ROMA, ITALIA

Visito ese otro lugar donde las cosas se quitan
la vaguedad para ponerse una nitidez
más cercana a la verdad, pero me arrastra
esa mirada de él para quien del conjunto
soy el particular que escapa.






¿Quién puede decirme quien soy
si él ya no es mi espejo?
Si su mirarme es coraje perdido
y de regresos severos y de retardos,
si en su mirada veo, deshechos, el tiempo y yo,
yo, retratada sin brazos.




Tenía tiempo y sueño y una invocación inédita
en los ojos para renovar la fe en la vida,
mas ahora que su viento demasiado humano – apagado
el entusiasmo – hace torbellinos de aire y hojas secas
compongo un canto renegado: de agua perdida y de agua
intemerata me purifica la poesía.



Las cosas no suceden, ocurren…
Sucede, quizás, que yo alce la mirada
de la hoja y vea en el cielo pitarroso
un pájaro pasar, que se me caiga
un vaso de la mano, que olvide un nombre,
que pierda el paraguas…
Pero ocurre que yo, gacha sobre la hoja,
vea al mimo a sus espaldas mimar
el gesto de quien se queda, pero huyen las manos–
dos liebres blancas acosadas por su propio miedo.




Yo soy el blanco y él el negro
y desde el blanco me acerqué a su negro
para que se destemplara un poco
para que esfumara en una claridad devota…
Mas su negro tiene la calidad del blanco:
refleja la luz y se defiende de ella
emparedando vivo el sol – y mi blanco es
como el negro: absorbe la luz y se nutre de ella.



Es agotante atender, esperar,
vivir arrancado de uno mismo
ser como vino nuevo en cubas viejas
con el temor que la madera ceda
y nos eche a tierra y la tierra nos traga
y el tiempo prescinda de nosotros.


Lucianna Argentino Roma (Italia)

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