jueves, 21 de agosto de 2008

LOS ORÍGENES por PEDRO PIÑONES DÍAZ

Los Orígenes


Chincolco palabra Mapuche que significa "agua del chincol". Los Mapuches llegaron a estas tierras para espiar a sus enemigos ancestrales venidos del norte, por lo tanto, estas zonas eran disputadas en grandes combates. Pequeñas comunidades se formaban después, dejando algunas huellas, una parte de su artesanía fue encontrada, de ese modo, sabemos hoy de la cultura Diaguita en la zona. Petorca, era antiguamente la capital provincial de esta región y Chincolco era parte de la división geográfica.
Petorca, mucho después de esta tragedia, recibió los humos y ruidos de los trenes que subían con paciencia esas montañas, para recoger pasajeros, cargar minerales y concentrados para estar en contacto y saber de ese Chile que estaba tan lejos de estas tierras. Pero un día el tren pasó a despedirse de este pueblo y se fue para no volver jamás.
Aunque este pueblo se pierde en el tiempo, sirvió a menudo a la historia de Chile como residencia para renegados políticos. Muchos fueron obligados a vivir allí por las contingencias políticas, ya que en Chile a la oposición se le eliminaba físicamente o se le mandaba vivir en pueblos aislados para cumplir relegación y privación de sus derechos más elementales; siendo olvidados en la loca geografía del país. Allí la clase dominante no acepta las ideas contrarias a su "orden", al que ellos mismos establecieron, la tolerancia no existió, se es amigo o enemigo de la clase dominante.
Petorca y Cabildo, fueron parte también de los anchos dominios de Doña Catalina de Los Ríos y Lisperguer, la "Quintrala", dama maldita y rica que practicaba la magia negra cuando Chile todavía no era una república. Sus señoríos iban de la cordillera al mar, ella fue dueña absoluta. La Quintrala amaba asesinar sacerdotes después de orgías sexuales, practicaba su propia ley: la tortura y el descuartizamiento de sus esclavos, inclusive envenenó a su padre, corregidor en La Serena. Ella murió en Santiago, dejando pagado a la Iglesia Católica 15.000 misas para salvar a su alma, pero no se sabe si se cumplió este último deseo.
Petorca, pueblo atrapado entre dos montes, justo al lado del río en sus principios, lentamente los mineros buscando oro se establecieron, la plata y el cobre de alta ley, se fundían en los hornos alimentados con madera y cardones. Fue poblada por pastores y campesinos, el nacimiento de este pueblo se perdió en el tiempo, algunos de sus hijos fueron conocidos en la historia nacional dejando huellas amargas de sangre y de represión.
Se cita como ejemplo a Manuel Montt, hoy día una aldea cercana a Petorca lleva su nombre, se podría aprovechar el centenario de la masacre de Iquique para cambiar de nombre. Ayer Presidente de Chile, que durante el siglo último ordenó asesinar 3.000 trabajadores del salitre en la escuela de Santa María en Iquique siendo sus descendientes son tan responsables como ese tirano.
La clase dominante allí aprovechó al coronel Silva Renard, el Pinochet de esa época y de sus soldados para aplastar con un baño de sangre las justas reclamaciones de los obreros chilenos, peruanos, bolivianos y argentinos. Y no es la única vez que ese Ejército asesina a obreros. En este pueblo, el tiempo no parece pasar, todavía las mismas casas, todavía, las mismas ocupaciones, todavía, las mismas historias y muertes debido a los accidentes en las minas. Aquí vivió y trabajó la tierra el siglo pasado: Diego Portales, reformador de la República, asesinado cobardemente después de haber sido encerrado en la guarnición de Quillota por oficiales del ejército; con el tiempo Pinochet se aprovechó de su obra para levantar su imagen y considerarse igual a Portales quien nunca fue militar. Pero la soldadesca que quebró el orden constitucional en 1973 lo levantó sin escrúpulos como su símbolo.
Chincolco se encuentra a 7 kilómetros de Petorca. En 1975, ésta ciudad tenía como jefe designado a dedo, a un capitán en retiro; y como responsable del retén de carabineros -encargados de la frontera- al famoso "Alma negra", personaje llamado también "El Diablo" por su perversidad, crueldad y fanatismo. En Chincolco, se acuerdan de él por su morbosidad y su devoción al general que mandaba entonces en Chile a golpe de opresión dejando muertos y detenidos-desaparecidos.
A través de Chile, se mataba a los simpatizantes del Presidente Allende. Los que tenían todas sus esperanzas en ese gobierno morían cobardemente asesinados; atados con alambres metálicos y después los enterraban clandestinamente. A otros, se les aplicaba la infame "ley de fuga". De esta manera fueron asesinados los dirigentes del Partido Comunista de Cabildo, acusados con cargos y hechos que existían solamente en las mentes enfermas de los fanáticos de Pinochet, colaboradores que aún se pasean por las calles de este pueblo.
Los vientos libertarios de la patria fueron destruidos el 11 de septiembre 1973. Las lluvias se cargaron de sangre y Chile transpiraba sangre. De cada poro de los cuerpos torturados, se respiraba el dolor, en el silencio profundo de los campos chilenos, los bandidos de la Junta del Gobierno ordenaban y orquestaban el Genocidio; cuando ningún Decreto les servía, ellos imponían la fuerza brutal y servil. De esta manera, seres "analfabestias” se aprovecharon de sus uniformes y de sus metralletas para atemorizar los pequeños pueblos chilenos, reinaban, dándose la gran vida que resultaba del trabajo ajeno.

Mi homenaje y recuerdo a los héroes de Cabildo: Mario Alvarado, alcalde de Cabildo; Pedro Araya, Secretario Comunal del Partido Comunista; a los dirigentes: José Fierro, Faruk Aguad, Willy Sánchez, Artemio Pizarro. Quienes fueron asesinados una tarde en la punta de Los Olivos en San Felipe. Todos eran jóvenes, padres de familia ejemplares y habitantes de Cabildo. El regidor de Petorca, Orlando Galdames, encontró la muerte por las balas de la soldadesca, también cerca de estas montañas.

PEDRO PIÑONES DÍAZ

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