viernes, 16 de enero de 2009

GABRIELA BRUCH, BUENOS AIRES, Aparecido en Revista LA IGUANA

La llamada.


"como la oscura certidumbre de que existe un punto central donde cada elemento discordante puede llegar a ser visto como un rayo de la rueda"

Julio Cortázar "Los premios"


Noche de diciembre , fiesta de carnaval uruguayo en pleno San Telmo. Ya todo terminó, la gente se va desconcentrando, las botellas vacías de cerveza , están desperdigadas en los umbrales. El humo de la marihuana se diluye entre el sudor y las pinturas que se van corriendo de las caras , dando lugar a paisajes inventados; líneas de un rostro que ya no veremos más. Trajes multicolores que parecen perder su brillo cuando se apagan los tambores.
Caras de negros, caras de blancos, caras . Y cuerpos que han bailado hasta morir.
Hay un grupo que me llama la atención , a mí, sí, que jamás diré quien soy y creo que tampoco importa . Son ocho y ya sé sus nombres y algunas cositas más.
Está el Piojo, un murguero veterano, que se vino hace más de veinte años de Montevideo, que es actor vocacional, que delira con que lo van a llamar de España para representar a La Nona , de Roberto Cossa. También el Tachuela, solista de la murga, ex campeón de fútbol uruguayo, ex famoso actor de Montevideo, ex , ex ...actual enamorado de Olguita , que también está , una paraguaya que a los 66 años le dio vuelta el corazón y las ganas de vivir.
Los dos habitan una pieza en San Juan y Boedo, y el Tachuela cuando habla de Olguita se le llenan los ojos de lágrimas , dice que se cagan de risa juntos , que se trajo toda una casa en un micro de larga distancia desde Paraguay, que al fin conoció el amor... Al fin.
Y Olguita dice que en Uruguay hay muñecos como éste ( lo dice señalando al Tachuela y a sus ojitos celestes llenos de lágrimas ).
Enrique es un personaje reservado, murguista también , con el pelo teñido de negro, con una tristeza descifrable, porque casi en un susurro cuenta en voz baja que a su nieta la mataron en Santos Lugares , en un sonado caso que ya recuerdo y que un día escuchando tangos en su piecita de yotibenco, vio una sombra blanca, alucinada, bella y pensó , o más bien deseó que fuese ella y que le contara, que le contara , como fue porque nadie sabe nada aún . La chica iba a estudiar inglés y apareció muerta a las horas ; la nuera de Enrique murió de pena y él no, pero es triste.
Adrián y Laura vinieron hoy de Montevideo , especialmente para la llamada, son amigos del Piojo pero ni bola le dan , se miman , se besan , escriben mensajes por el celular, comen de arriba. Adrián es negro, pero es lánguido; igual que ella, que dice ser bailarina de candombe pero no se le nota.
Otro personaje es Petrukio, quien invitó a todos, quien dice estar pendiente de Selene , pero está pendiente de una historia que ocurre en la mesa de enfrente . Una mina lo mira fijo, él no sabe porqué. Se quiere parar , acercarse a la mina para preguntarle qué le pasa, pero aprece Selene y todo se disipa. Selene, la única argentina , no se da cuenta de nada, acaba de encontrarse con un ex amante , uruguayo él también.
Todo es una especie de candombe , ahora que la música se ha ido ya a otra parte.
La dueña del lugar, una fonda , de las últimas que quedan en San Telmo , se llama Carmen y está malhumorada, les grita a los murguistas cuando piden pan. Ellos protestan, pero por lo bajo. Estos pillos , le tienen miedo a la mujer.
Se han criado guachos, han buscado el amor hasta cansarse, han destilado sexo; pero aún son niños.
Niños con la murga en el alma.
La magia envuelve al lugar, entre el vino y las palabras difusas. Se mezclan las voces, las caricias, los países.
Ha habido una llamada en San Telmo, música de tambores, voces de murga, baile de negros en la calle empedrada. Pasado , presente y un futuro que quién sabe a dónde los llevará a estos personajes después de hoy, después de aquí.
Ha habido una llamada y fue la llamada de las entrañas de la Tierra, querida y dolida Pacha, que en un momento de la historia, siempre junta a quien tiene que juntar , para luego dispersarlos por el aire para , sin que ellos mismos se den cuenta , la mantengan viva hasta el final de los tiempos.

GABRIELA BRUCH gabrielabruch@hotmail.com

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