AL FIN CONOCÍ EL MAR.
Vivir en las estribaciones de la cordillera oriental,precisamente en la altiplanicie Cundi-Boyacense,a miles de kilometros de la costa más cercana,impedía a los muchachos de modesta situación económica cómo nosotros,conocer el paradisíaco mar caribe.
Nos encontrábamos ''atascados'' en la mediterranea ciudad de Bogotá,soñando con las playas tan lejanas,mirando con desden a los otros chicos de familias pudientes con sus camisetas que decían : ''yo vengo de Cartagena, ¿cuando va usted? '' ,imaginando a las chicas en bikini -a las que sólo podíamos ver por televisión-,e intrigados hasta el tuétano porque la gente nos decía que el mar era salado y nosotros,incredulos de nacimiento,pensábamos que era una cruel mentira.Por todo esto,a mis primaverales trce años,decido poner fin a la intriga y tomo rumbo en compañía de mi amigo Jorge Elieser,a la conquista del Océano Atlántico.
El le dijo a su familia que la mía lo había invitado a pasar las vacasiones a una finca...y yo hice lo propio.
Salimos de Bogotá con poca ropa y menos dinero y al cabo de quince días de camiones,trenes,autos,buses y todo tipo de locomosión que nos recogiera,pudimos por fín,hacer realidad el ansiado sueño.
A medida que el trailer en el que íbamos se hacercaba más y más hacia la costa,veiamos maravillados cómo las aguas ondeaban rítmicamente a la vez que los rayos del sol caian sobre ellas formando escamas luminosas que titilaban alegremente...al compás de nuestros corazones.
Llegamos a la hermosa ciudad de Santa Marta y desde allí,bajo los treinta y dos grados centígrados de temperatura,nos dirigimos al sitio conocido cómo el Rodadero,que es una playa muy apetecida debido a lo poco hondo de sus aguas y a las arenas blancas y limpias.
En las cercanías pululan los restaurantes,precisamente debido a ellos nunca pasamos hambre;nuestra tarea consistía en sacar sendos barriles de basura,tarea que no demandaba de nosotros más de diez minutos,el resto del día era sol,mar y playa.Pernoctábamos en las cómodas canoas de los pescadores observando extasiados las fulgurantes estrellas que sirvieron de guía a los navegantes antaño y que han sido la inspiración de los poetas desde siempre: de modo que las impresiones de este primer viaje quedaron grabadas en nuestra memoria para siempre...aquí pasamos una de las navidades más extraordinarias de nuestras vidas;estábamos bajo nuestro incipiente libre albedrío,a miles de kilómetros de nuestras familias y sin preocupaciones de ningún tipo...eramos dos muchachos de una barriada del sur de Bogotá,que nos creíamos los dueños del mundo.
Treinta y cinco días despues de haber salido,estabamos de regreso en nuestra fría y lluviosa ciudad de Bogotá. Manuel Teyper
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