CUENTO DEL POETA Y NARRADOR
JUAN JOSÉ ARAYA MUÑOZ
OVALLE - CHILE
"UN JARDÍN DE ROSAS ROJAS"
A gran altura planea un cóndor, observando el paisaje donde se encuentra la presa. Se ve en el cielo un aba¬nico gigante. Dos manos entrelazadas con muchos de¬dos y las puntas de las uñas pintadas color plata, en el vértice una manija roja, una corbata blanca y un abrigo negro, una flecha circundante en el espacio azulado del otoño. No se ven nubes.
Desde una explanada en la ladera, el niño observa a la bestia y con la honda boleadora trata de derribarlo, pone una de las balas en el pedazo de cuero trenzado y con la mano derecha la hace circular, cuando la piedra toma fuerza la dispara, la bala sale a gran velocidad. El pajarraco está demasiado lejos, el niño en ese instante piensa como hacerlo bajar un poco para cazarlo, siempre fue un sueño cazar esas bestias que no lo de¬jan tranquilo interrumpiendo la tranquilidad de niño en los jue¬gos por tener que cuidar el ganado. En la frágil cabeza quiere desnudarse, saca pantalón y camisa, (no tiene nada más) y rá¬pidamente empieza a revolcarse por la pradera, a balar como un cordero herido y sin dejar de observarlo. El ave de rapiña da una y dos vueltas bajando un poco, pero no lo suficiente, ense¬guida se dirige al sur.
El niño lo pierde de vista, apenas se ve un pequeño punto negro en el cielo, hasta que no se ve nada. Pone las manos enlos ojos, haciendo un tubo para distinguirlo, aparece de nuevo un pequeñísimo puntillo y ahora se pierde en la lejanía. Mien¬tras lo observa recostado sobre el pasto y con el abrigo del sol de invierno se quedó dormido.
De inmediato empieza a soñar con el abuelo. Hacen algu¬nos años que el viejo se ha marchado a descansar al más allá. Ahora, en este momento tiene poderes mágicos y lo está invi¬tando cariñosamente al interior de una iglesia o un gran palacio donde él se encuentra, en las manos tiene una hermosa rosa roja y generosamente la ofrece al nieto.
El templo tiene una barrera protegida con rayos láser, lo controla un hombre viejo, es un abuelo quien viste una blanca túnica, es juez y habla un lenguaje que el muchacho no entien¬de ni conoce. A pesar de todo se da perfectamente cuenta que la autoridad no desea que el niño entre a palacio diciendo que en la tierra tiene muchas tareas que cumplir y en ese momento da ordenes severas al abuelo para que desista, pero él abuelo las desobedece, alegando que él también es un juez. Al cruzar la puerta principal o recibir la flor, es imposible retroceder no hay vuelta atrás. La vista del niño cruza las barreras y al inte¬rior se ve un hermoso jardín muy bien cuidado con una gran variedad de flores, abundando las rosas rojas, cada pétalo es un manto y hasta se huele la fragancia, dentro de cada flor se pue¬de construir un gran hogar, un palacio propio. La luz a veces es tenue, azulada oscura y verdusca, después de un pequeño tiem¬po cambian los colores a más claros, rojos y amarillos, es un lugar pasivo y atractivo, ahí no existen problemas de ninguna índole, dan muchos deseos de estar allí. En este momento está indeciso, camina tres pasos donde se encuentra el abuelo, pero el perro lo arrastra cuatro pasos atrás, a las afueras, lo retira de ahí, el animal está volando y lo tironea para que no entre a ese recinto.
El niño en este instante le entiende el lenguaje al perro, que en un ronroneo penetrante, le ruega y le exige que no lo haga, le aprieta fuertemente una de las manos, esta decidido a no dejarlo entrar, cuando pasa por delante lo suelta para decirle improperios al viejo y desea morderlo.
El abuelo montó en cólera, la ira parece estar controlada, es fría, pero fuerte, en este instante empieza a comandar una bandada de helicópteros robotizados y guerreros los que tiene a su entera disposición, dirige y ordena que salgan a las afueras en busca del niño. Él no puede salir aunque lo desee o lo quie¬ra. Los helicópteros empiezan a sobrevolar alrededor y se vie¬nen encima, él longevo está decidido llevarlo de cualquier manera a la gloria eterna de su infinito.
El muchacho se da cuenta que está en un profundo sueño, trata de despertar y no puede, si no lo hace los aparatos aterri¬zaran en la propia cabeza.
Es un ruido ensordecedor, con las alas cortan el aire y un viento frío golpea el pequeño cuerpo.
De pronto siente que el perro le lame la cara y empieza a escuchar muy lejos los ladridos. Sobresaltado se despierta.
Una veintena de hambrientos y feroces cóndores descuel¬gan las patas para aterrizar encima de ese cuerpo desnudo e indefenso. Con las alas abiertas oscurecen la montaña en este momento por suerte aparece el perro, empezando a pelear y jugarse la vida por él de lo contrario las bestias lo comen. La ropa y el arma se encuentran muy lejos.
Acurrucado y desnudo en el interior de un arbusto, ve que la lengua sangrante del perro, el pico abierto y la cresta de los pájaros, «conformaban un jardín de rosas rojas»...
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