Se ha enamorado
el día de su tristeza
y estremecido
con el pudor
de la lluvia virgen,
su lenguaje de pan.
Y DEJA DE LLOVER
Todo un tiempo desparejo
apuesta recostado
y nadie lo ve;
tiene un miedo torpe
temblándole en los almanaques
y siente otros modos
- que no olvida -
entonces
observa multitudes
humedecidas de tristezas
que a grandes pasos
caminan por la ciudad
con los mismos gestos,
y deja de llover
y el cielo se desbarata;
una turbulencia de nubes
se apaga,
Octubre escribe
abrazado a su sombra;
ya es tarde,
pero él, sigue repitiéndose.
NUNCA
Nunca hubo ni compra ni venta de palabras
tampoco pais para hacerlas desaparecer,
la mente celebró siempre su tono mayor,
e hizo puentes con ellas,
a veces, las mojó de lágrimas,
otras, con el rocío de un rezo,
hasta que se dio cuenta, como nunca,
podían quedar en el pecado del olvido,
porque rebeldes, sutiles y guerreras
son dioses sin nombres, defendiendo
la revolución de un epígrafe clave,
pero letal cuando decide apostar
a dos puntas, si es necesario,
y decirle al mundo,
que podrán disfrazarlas,
volverlas tontas, oxidada
y hasta irreproducibles,
pero no podrán quitarles,
ese ojo que mira, desde cualquier sitio,
resiste, comprende la mugre
de cuerpos y manos destruyendo alientos,
todooooooooo,
menos el grito que ellas jamás abortarán
LOCA
Cuando hago un viraje
y me entrego en sueños furtivos
que desnucan mi cerebro
loca,
porque entre lavado de platos,
y ropa sucia,
uno pretende ser una vibración
en el músculo de la rutina,
loca,
por los genes que alumbrando
mis acciones me dejan estar
en mi epicentro.
Loca, por esta herencia
de poeta o no
pero donde pulsan todavía
las ganas de tener
un misterio a mis pies.
Loca, por ser insistente
y golpear muy fuerte los puños,
cuando veo venir el dolor,
mío y de los otros.
Loca, por dejar que se desaten
todos los ojales de la vida,
para merecer menos indiferencia.
Loca en lo que escribo, pienso
y hago, cuando secuestro mis voces
y todo un galope de latidos
hace su reverencia.
RAQUEL PIÑEIRO MONGIELLO
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