JUAN SAUL OCHOA GOMEZ, NACIDO UN 25 NOVIEMBRE DE 1963 EN LA CIUDAD DE SANTIAGO CHILE, CASADO CON MARITZA ACOSTA Y UNA HIJA RAYEN, RADICADO EN LA QUINTA REGION DE CHILE EN EL PUEBLO MINERO AGRICOLA DE CABILDO, ESTUDIA EN LA UNIVERSIDAD PRIVADA DE CIENCIAS TECNOLOGICAS DE CHILE, DE DONDE EGRESA COMO TECNICO ELECTRICO INDUSTRIAL,DURANTE TODA SU JUVENTUD SE INTERESO POR LA POESIA,PUBLICA EL AÑO 2007 SU LIBRO TITULADO BIENVENIDOS TODOS A MI MUNDO DE CUENTOS Y REFLEXIONES, PARTE DE ESTE TE HE ENVIADO PARA TU BLOG,Y LOS SALMOS SON MIS ULTIMAS COMPOSICIONES
JUAN OCHOA GOMEZ
BIENVENIDOS A MI MUNDO
Bienvenidos todos a mi mundo, es un país que está hecho sin fronteras, vuestras banderas no son de género, nuestras banderas están en nuestros corazones. Ellas están inscritas en nuestras frentes, como un escudo de mil colores centellantes.
Por nuestras bocas salen sus formas y con nuestras acciones las izamos en alto.
Si tú te atreves a mirarlas las verás ondear en las alturas, si cruzas tu mirada en mi corazón, las verás florecer en mil primaveras eternas.
Bienvenidos todos, aquí a mi mundo, una nación donde la tierra luce y es de todos.
La propiedad privada, es de cada individuo, pues todos somos sus dueños.
En donde lo privado, lo hemos encontrado tejiéndonos a sí mismos, para ser compartido por todos.
Lo privado, en nuestros sentimientos, fue hecho en acción de amor universal.
El pensamiento está en libertad constante con la certeza de poder ser y hacer cosas mejores para todos.
Aquí la privada, forma mezquina de vivir solitario, en un cuadrado pequeño, se quedó en el exilio de una frontera perdida, que nadie puede encontrar.
La palabra contaminación, fue expulsada de nuestro diccionario.
Lo que se produce, es para nosotros, nada ha de sobrar.
El aire tiene perlas rojas, azules y doradas, como guindas pequeñas que van en el viento bailando.
Los árboles tienen sus hojas verdes, se ven como espejos gigantes, danzando al son del viento en el paisaje.
El agua que corre por ríos y quebradas, es tan transparente y helida, que podrías dibujar rayas infinitas en su físico, los peces juegan y ríen felices, las aves tienen sus conciertos cada mañana, y el crepúsculos cada día tiene su "avant première”.
La noche acude cada día, ella es puntual a su cita, las constelaciones y las estrellas, se trenzan de sus manos para hacernos soñar con sus hermosas danzas eternas.
El mar todos los días viste de azul, es cristalino y coqueto.
La arena está esperando que la suave brisa, sacuda sus polleras. Las rocas aún son estructuras majestuosas, cada una de ellas, es una escultura.
Aquí todos, cada día, aprendemos a vivir felices, construimos puentes de chocolates y fresas, los trenes son de galletas y el aire tiene un nuevo perfume cada día.
“Bienvenidos todos, aquí, a mi mundo “.
EL ENAMORADO
Un hombre, muy enamorado, de un gran amor no correspondido, pensaba cada día en cómo hacer, para acabar con éste amor, que envolvía todo su ser, era una red que lo tenía prisionero y no podía escapar.
Un día, miró el mar y dijo:
- “Ahí lo arrojaré, en lo más profundo de las aguas, le ahogaré”. Tomó un pequeño bote y comenzó a internarse en el océano. Cuando hubo encontrado lo más profundo, se detuvo y arrojó el amor a las aguas, éste comenzó lentamente a hundirse, hasta desaparecer en las profundidades.
El hombre se sintió plácido y tranquilo. Remó mar afuera, venia muy contento. Mientras más se acercaba a la costa, le parecía que el mar más disminuía sus aguas, llegó a la orilla de aquella playa, miro hacia atrás y vio que el mar, se había evaporado completamente, el paisaje que había quedado, era solo un gran sequedal, en el centro brillaba una intensa luz, como un gran fuego iluminando todo.
Muy apresuradamente, el hombre enardecido y aterrado, escapó de aquel lugar.
Deambuló por un tiempo, pensaba en cómo resolver su problema,
Hasta que un día miró la montaña, y exclamó:
- “Iré allá, en lo mas alto de los cerros y depositaré este amor, para que quede por fin extinto.”
Subió a la montaña, se internó en la espesa nieve, escalo hasta los hielos más fríos y milenarios, se puso a cavar un profundo hoyo, en un gran glacial, cuando hubo terminado, llevó su amor, lo depositó en lo más recóndito del hielo, luego lo tapó con abundante hielo y nieve.
Dio por fin acabado su trabajo, comenzó a descender de aquella gran montaña, hasta que llegó a la planicie, miró hacia la cordillera, vio que el cielo de aquella montaña, se había cubierto de muchas nubes y comenzó una gran tempestad de lluvia y nieve. Por las cerros, bajaba el agua bramando, las quebradas por entre los acantilados bajaban llenos de aguas huracanadas, que formaban inmensos ríos éstos iban a desembocar directo hacia la costa.
Puso su mirada en el horizonte, nuevamente el mar se había llenado de agua por todas partes. Volvió su vista hacia la montaña, estaba llena de luz por todos los cerros, parecía una cordillera en llamas.
Medio loco por lo sucedido, despavorido, se echó a correr y correr sin parar.
Se fue al desierto, muy perturbado, casi sin saber qué hacer, buscó el lugar más árido e inhóspito que pudo encontrar, allí se dio a la tarea, de hacer un profundo socavón, llevo su amor a lo más recóndito del hoyo, depositando ahí su amor, lo tapó con arena y piedras, pero el trabajo fue tan extenuante, que al sentarse a descansar, se quedó dormido; pasaron las horas; al despertar de su sueño se dio cuenta, que todo había cambiado.
Estaba en un oasis todo se veía cubierto de árboles y flores, los pajarillos cantaban por todas partes, en el centro una hermosa laguna. Todo se había llenado, de está hermosa vida.
El hombre estaba perplejo, sin saber qué hacer. Se fue rápidamente caminando preocupado y dubitativo, luego miró hacia atrás, observó aquel gran oasis, en medio del desierto; Una inmensa y resplandeciente luz lo llenaba todo, no sabía qué hacer, todo en él era confusión.
Muy turbado y temeroso escapo hacia la cordillera más cercana, y subió por sus cerros, hasta que diviso una inmensa fumarola, dándose cuenta que era un volcán muy grande, y expresó:
- “Ahí acabaré, con este amor”
Continuó escalando, hasta que llegó al borde del volcán, lanzó su amor en el centro del cráter, en donde se encontraba el más intenso fuego encendido, aquella lava más ardiente, se sintió por fin satisfecho, pues el fuego del aquel cráter, haría cenizas aquel amor.
Comenzó a alejarse de ahí. Cuando estaba ya muy abajo, en la planicie, miró al cielo, se veía una inmensa fumarola que brotaba del volcán, como una gigantesca vela ondeando al son del viento y exclamó:
- ¡Por fin, acabé con este amor!
Cuando hubo terminado aquella frase, se sintió un gran estruendo, con un sonido subterráneo infernal, que movió todos los cimientos de aquella montaña; el volcán hizo una inmensa erupción, de él salieron miles de pequeños fuegos de amor encendidos, esparcidos por todos los rincones, “que iluminan todo éste mundo”.
JUAN OCHOA GOMEZ
BIENVENIDOS A MI MUNDO
Bienvenidos todos a mi mundo, es un país que está hecho sin fronteras, vuestras banderas no son de género, nuestras banderas están en nuestros corazones. Ellas están inscritas en nuestras frentes, como un escudo de mil colores centellantes.
Por nuestras bocas salen sus formas y con nuestras acciones las izamos en alto.
Si tú te atreves a mirarlas las verás ondear en las alturas, si cruzas tu mirada en mi corazón, las verás florecer en mil primaveras eternas.
Bienvenidos todos, aquí a mi mundo, una nación donde la tierra luce y es de todos.
La propiedad privada, es de cada individuo, pues todos somos sus dueños.
En donde lo privado, lo hemos encontrado tejiéndonos a sí mismos, para ser compartido por todos.
Lo privado, en nuestros sentimientos, fue hecho en acción de amor universal.
El pensamiento está en libertad constante con la certeza de poder ser y hacer cosas mejores para todos.
Aquí la privada, forma mezquina de vivir solitario, en un cuadrado pequeño, se quedó en el exilio de una frontera perdida, que nadie puede encontrar.
La palabra contaminación, fue expulsada de nuestro diccionario.
Lo que se produce, es para nosotros, nada ha de sobrar.
El aire tiene perlas rojas, azules y doradas, como guindas pequeñas que van en el viento bailando.
Los árboles tienen sus hojas verdes, se ven como espejos gigantes, danzando al son del viento en el paisaje.
El agua que corre por ríos y quebradas, es tan transparente y helida, que podrías dibujar rayas infinitas en su físico, los peces juegan y ríen felices, las aves tienen sus conciertos cada mañana, y el crepúsculos cada día tiene su "avant première”.
La noche acude cada día, ella es puntual a su cita, las constelaciones y las estrellas, se trenzan de sus manos para hacernos soñar con sus hermosas danzas eternas.
El mar todos los días viste de azul, es cristalino y coqueto.
La arena está esperando que la suave brisa, sacuda sus polleras. Las rocas aún son estructuras majestuosas, cada una de ellas, es una escultura.
Aquí todos, cada día, aprendemos a vivir felices, construimos puentes de chocolates y fresas, los trenes son de galletas y el aire tiene un nuevo perfume cada día.
“Bienvenidos todos, aquí, a mi mundo “.
EL ENAMORADO
Un hombre, muy enamorado, de un gran amor no correspondido, pensaba cada día en cómo hacer, para acabar con éste amor, que envolvía todo su ser, era una red que lo tenía prisionero y no podía escapar.
Un día, miró el mar y dijo:
- “Ahí lo arrojaré, en lo más profundo de las aguas, le ahogaré”. Tomó un pequeño bote y comenzó a internarse en el océano. Cuando hubo encontrado lo más profundo, se detuvo y arrojó el amor a las aguas, éste comenzó lentamente a hundirse, hasta desaparecer en las profundidades.
El hombre se sintió plácido y tranquilo. Remó mar afuera, venia muy contento. Mientras más se acercaba a la costa, le parecía que el mar más disminuía sus aguas, llegó a la orilla de aquella playa, miro hacia atrás y vio que el mar, se había evaporado completamente, el paisaje que había quedado, era solo un gran sequedal, en el centro brillaba una intensa luz, como un gran fuego iluminando todo.
Muy apresuradamente, el hombre enardecido y aterrado, escapó de aquel lugar.
Deambuló por un tiempo, pensaba en cómo resolver su problema,
Hasta que un día miró la montaña, y exclamó:
- “Iré allá, en lo mas alto de los cerros y depositaré este amor, para que quede por fin extinto.”
Subió a la montaña, se internó en la espesa nieve, escalo hasta los hielos más fríos y milenarios, se puso a cavar un profundo hoyo, en un gran glacial, cuando hubo terminado, llevó su amor, lo depositó en lo más recóndito del hielo, luego lo tapó con abundante hielo y nieve.
Dio por fin acabado su trabajo, comenzó a descender de aquella gran montaña, hasta que llegó a la planicie, miró hacia la cordillera, vio que el cielo de aquella montaña, se había cubierto de muchas nubes y comenzó una gran tempestad de lluvia y nieve. Por las cerros, bajaba el agua bramando, las quebradas por entre los acantilados bajaban llenos de aguas huracanadas, que formaban inmensos ríos éstos iban a desembocar directo hacia la costa.
Puso su mirada en el horizonte, nuevamente el mar se había llenado de agua por todas partes. Volvió su vista hacia la montaña, estaba llena de luz por todos los cerros, parecía una cordillera en llamas.
Medio loco por lo sucedido, despavorido, se echó a correr y correr sin parar.
Se fue al desierto, muy perturbado, casi sin saber qué hacer, buscó el lugar más árido e inhóspito que pudo encontrar, allí se dio a la tarea, de hacer un profundo socavón, llevo su amor a lo más recóndito del hoyo, depositando ahí su amor, lo tapó con arena y piedras, pero el trabajo fue tan extenuante, que al sentarse a descansar, se quedó dormido; pasaron las horas; al despertar de su sueño se dio cuenta, que todo había cambiado.
Estaba en un oasis todo se veía cubierto de árboles y flores, los pajarillos cantaban por todas partes, en el centro una hermosa laguna. Todo se había llenado, de está hermosa vida.
El hombre estaba perplejo, sin saber qué hacer. Se fue rápidamente caminando preocupado y dubitativo, luego miró hacia atrás, observó aquel gran oasis, en medio del desierto; Una inmensa y resplandeciente luz lo llenaba todo, no sabía qué hacer, todo en él era confusión.
Muy turbado y temeroso escapo hacia la cordillera más cercana, y subió por sus cerros, hasta que diviso una inmensa fumarola, dándose cuenta que era un volcán muy grande, y expresó:
- “Ahí acabaré, con este amor”
Continuó escalando, hasta que llegó al borde del volcán, lanzó su amor en el centro del cráter, en donde se encontraba el más intenso fuego encendido, aquella lava más ardiente, se sintió por fin satisfecho, pues el fuego del aquel cráter, haría cenizas aquel amor.
Comenzó a alejarse de ahí. Cuando estaba ya muy abajo, en la planicie, miró al cielo, se veía una inmensa fumarola que brotaba del volcán, como una gigantesca vela ondeando al son del viento y exclamó:
- ¡Por fin, acabé con este amor!
Cuando hubo terminado aquella frase, se sintió un gran estruendo, con un sonido subterráneo infernal, que movió todos los cimientos de aquella montaña; el volcán hizo una inmensa erupción, de él salieron miles de pequeños fuegos de amor encendidos, esparcidos por todos los rincones, “que iluminan todo éste mundo”.
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