Al querido amigo William Baccino: perdóname la tardanza, pero peor es quedar en intenciones, por lo que te envío estos poemas, tal como tu lo requieres. Un abrazo a los que contigo organizan este encuentro del público con las artes; a los asistentes, muchas gracias y desde Montevideo un cálido abrazo de xavier.
XAVIER DUARTE ARTIGAS
URUGUAY
UNA CANCIÓN MORADA
I
Con el olvido sueñas,
enajenado;
este silencio de domicilio,
sopapea al efluvio,
que retrocede,
pide clemencia,
huye.
Con ganzúa,
el pestillo gira y se entreabre,
la obscura puerta que no quieres,
dar por sabida.
II
Pisándote los pies en la parada,
al ómnibus que tú asciendes ella ingresa;
cuando ya has vuelto de dar la vuelta al mundo,
según las circunstancias sigue siendo,
proximidad,
casa con casa,
aliento con aliento,
la vía láctea,
su vecindario,
el oblicuo suburbio y sus rurales,
escoba que barre pelusa,
de plátanos en primavera;
trasladándola hasta un jardín,
en el fondo del mar,
(son los cambios en el tránsito,
impávido),
mar de leche
donde tañen en campanario las campanas,
una canción,
(todo es armonio,
fuelle,
golpe de pie en los pies de la nada),
morada.
III
Ella,
obsta parihuelas,
oportunas;
ante lomo de zaina,
experta en bajar la sierra,
se niega;
sobre plano inclinado,
en el cual se aposenta la nieve y meditan pingüinos,
de cómo es el laberinto,
ve sin que viera nada,
la salida.
IV
Ella,
desde el pie hace humareda,
con una escalera al cielo,
todo está en orden.
En esta estancia,
con 2 o 3 objetos y almohada,
de mis consonantes los eslabones lima,
a mis vocales depreda,
hasta el murmullo;
les aprieta el círculo,
su circunferencia,
les colma de puntitos,
vacíos,
que invisibles pasean,
en la parte de atrás de un patrullero.
V
Ante ella,
la ilusión huye,
por detrás de opaco espejo donde se entra,
y no se sale.
VI
En procura de asidero,
de pezón donde morder hasta sangrar la vida,
en sí esotérica,
para iniciados,
queda impresa esta poesía;
sobre las páginas de un diario,
escrito en alfabeto de ciegos.
Es canto de jaula que albergó el canto
de un sabiá cautivo.
METAMORFOSIS I
I
Símil,
instrumento,
medio,
re medio,
desde un espejo me hace señas el bosco,
que mire,
hacia el rincón de almas,
sonámbulas.
¡Cómo se borran!
de mi memoria,
¿el mundo?
es cosa de hoy para hoy.
II
Imagen,
muchacha en la pasarela,
cámara,
hollín,
¡ay giselle del bosque no te mueras!
Camino hacia el ponte vecchio,
insomne,
por llegar estoy llave en mano;
no responden los candados
pero sí la peste negra;
ya no existe la ciudad en la cual había vivido,
por vivo allí me tenían
¿vivía?
¡a qué seguir!
III
A la vuelta de la esquina,
para re mover sopón cuchara,
en la sopa,
el que está a mi lado rasca,
madera;
por detrás de la vidriera,
translúcida,
almuerzo de ejecutivo se vende,
en la pizarra;
es el bocado,
en la carta de un medio día de enero.
IV
En el fondo de lata grasa,
de vaca,
un olor a mancha de sol,
nauseabunda.
V
Por todos lados chamuscos,
viruta,
hojaldre de tierra,
en la punta de una pompa,
de jabón.
VI
Ni por el ojo jamás pude pillarle barniz,
uña que cuelgue de un muslo cualquiera,
uñita;
escondida,
¡ay!
quien me socorre,
en mí excave ojos para que mire,
en el grosor de la baquelita haga hoyo,
suficiente para que siga con vida,
otra cosa yo no sé.
VII
Sobre lo hecho hasta quedarme sin uñas,
bruño hojalata;
me vence el sueño,
duermo,
en la curva de una colina,
desierta.
VIII
Al despertar,
(no sé cómo),
saco los ojos,
¡cuánto miedo!
estos ahora,
juegan como portátiles sanguinolentas,
(es feo de ver),
fuera del rancho;
los estiro,
me duele el alma,
pero…
correr detrás vale la pena,
del inmenso foco de luz que cancela,
el furioso tic-tac del universo.
No quito,
no agrego,
por detrás de la mudanza corro,
atónito.
IX
Cuando llego,
nada está por hacerse y al irme,
lo muerto está muerto,
lo vivo está vivo.
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